9/1/24

 Aprender a decir las cosas.

2024.

 Espero aprender a decir las cosas de una forma más acertiva.

Pero también espero defenderme. No puedo solo ceder. No puedo no solo dejar de pensar. 

Debo aprender a comunicarme de alguna forma.

Sin herir a los demás. 

Todo estará bien. 

Eventualmente.

Y si no quieres salir ahora mismo, recuerda que lo haces porque Alaska está aquí y no podemos simplemente salir corriendo. 



20/10/23

 Estoy en la oficina.

Es un cuarto con paredes blancas. El escritorio blanco que no es mío. Un mini bar que usamos para guardar libros.

El cuarto está en la casa donde vivo.

Desde aquí veo la puerta del baño. Se asoma un lavamanos azul, un espejo cuadrado sin marco y el mosaico de la pared.

Tengo que entregar una tarea nueva hoy. Unas etiquetas de un producto cosmetico. Tengo mucho sin trabajar en etiquetas. Tengo que revisar todos los referentes que envió el cliente. Tengo que apresurarme.

Tengo un cronometro personal incorporado en la mente. Se detiene para procrastinar viendo videos.

Escucho la voz de alguien en la escalera. Habla con el vigilante. Reconozco la voz. 

Mi cuerpo se tensa.

Estoy haciendo las paces con no estar bien en encuentros sociales frecuentes. 

Siento una presión en la espalda. Me cuesta moverme. Siento que la respiración no trabaja igual. Que tengo que asegurarme de inhalar para seguir respirando. Siento algo en los ojos que no se describir. Algo fuerte en la cara. Siento que mi cuerpo se transforma en una escultura que no va a moverse.

Y solo pienso: ¿por qué? ¿por qué la visita sin avisar? 

Cada vez estoy más cerca de convertirme en mi papá. 

No han tocado la puerta.

Puedo ir al baño con confianza y verme en el espejo. Para reconocerme y recordarme que existo. 

Que vivo.

9/5/23

 Hace mucho calor. La palmera no se mueve. 

Estoy encerrada en el cuarto. El escritorio es largo y obstruye que la puerta se abra.

A veces sueño con situaciones así. Donde me escondo.

Este sueño es costoso. Representa un arriendo costoso que me permite salir cuando quiero. Sin que alguien me este llamando para saber a que hora voy a volver. 

Este arriendo me permite cantar si quiero. Igual lo hago cuando me quedo sola.

Esta casa tiene tiempo sin estar sola. 

Hay personas afuera. Quisiera estar sola y también no quisiera estarlo. Ahora mismo quisiera. Quisiera poder salir a la cocina si quiero ir a buscar agua. Sin pasar por grosera. 

Quisiera estar tranquila y no me siento tranquila.

Siento que me duelen el pecho y los hombros. Estos días han sido bonitos y dolorosos al tiempo. 

25/4/23

 Moví la mesa que es de él. Siempre me ha gustado esta mesa blanca que combina con las paredes blancas. Adopté el marco donde se pueden guindar memos, como propio. Ahí, tengo colgada con ganchos de ropa, el dibujo de una casa que hice en la universidad. Recordatorios del trabajo, un dibujo y una frase que hice mientras leía el primer capítulo de 'Mujeres que corren con los lobos'. Tres imágenes que hacen alusión a zonas verdes.

Hay un dibujo que hice de una casa en un árbol. De la casa sale luz naranja. La frase dice: Un 2023 con luz.

A las 12 concluyó la consulta con la psicóloga. Le comenté de mis ganas de irme a Bogotá y de como quisiera retorcerme en una forma pequeña que ocupa poco espacio, o lo intenta, cuando no me siento cómoda habitando un espacio.

Puedo ver lo que escribo, en la pantalla que me prestó cedió, él. La silla en la que me siento, me la regaló él. La lámpara, fue un regalo de cumpleaños de él.

Le dije hace un momento que quiero dormir en este cuarto unos días. Paula dice que aislarse no es la solución. Pero en mi cabeza a veces visualizo un espacio propio. Lo he intentado dibujar.

No sé a donde mira la ventana, pero sé que es grande. 

Una ventana grande. Y abajo un estante horizontal para libros. Y Alaska tiene su trono.

Una habitación propia, con ventanas grandes. Con Alaska. Con aire para respirar.

Le conté a Paula que un día dormí en el yoga mat. Ese día fue importante. Imaginé que la mesa debajo de la ventana, era mi pequeña cocina/comedor, porque ahí tengo las latas de pringles y ese día dejé los vasos ahí. El del agua y el del café. Luego extendí el yoga mat y coloqué una sabana para que mis pies no tuvieran contacto con la baldosa fría. Ya había cerrado la puerta. Y en el cuarto estábamos los libros, el computador, Alaska y yo. Y se volvió una habitación propia.

Hoy le dije que quería unos días para dormir acá. 

Para encontrarme.

Pero lo que pienso que es mío, en realidad es de él.  

24/4/23

Para empezar, cantó Amaia

La última publicación es del 2013. ¿Serían 10 años exactamente?

En el último viaje a Bogotá, en octubre del año pasado, me acordé de Chuck y Lorcan. Me sentía, como es costumbre, sola y cómoda. Sola y un poco triste. Estaba sentada en el área común de un hostal en Chapinero, y en una fracción de un tronco transformado en mesa, estaba una hoja de arce. 

Antes pensaba todo el tiempo en las conversaciones entre Chuck y Lorcan.

Actualmente, le doy vueltas y vueltas a pensamientos intrusivos en mi cabeza. Me llevan a una estación donde me pregunto: ¿Por qué no puedo ser más relajada con la vida? ¿Por qué todo tiene que asustarme tanto? ¿Por qué no puedo ser como el agua, así como invita Bruce Lee? 

A veces, en esa estación, alguien toma un micrófono y lee una lista de sucesos por los que agradecer. 

Es una estación corriente, no está pasando mucho. Como dice la guía de meditación de Netflix y Moni, los pensamiento van y vienen. Me cuesta caminar. Estoy de pie. No sé si es el estigmatismo, pero todo pasa muy rápido y no distingo las formas. Me aferro a señales o pedazos de formas, compongo escenarios irreales, sujetos a mis creencias y a lo que he visto antes, lo que he escuchado, lo que mi codificación puede entender. 

Aunque lo siento muy fuerte en mi interior, la sensación de angustia, la tensión en el cuerpo, la vista que pasa de un estado sólido a líquido, las despiertan simulacros irreales en mi cabeza.

Hoy cumple mi papá. Vinimos de un viaje a Bogotá. Decidí estar en la misma ciudad en la que tenía que trabajar él esta semana, porque el miedo me condujo ahí. El miedo me dice que agradezca donde estoy ahora. Ahora estoy bien. Si me arriesgo todo puede ser peor, me susurra. 

Llevo 28 años viviendo con miedo.

"Para empezar yo diré que es el finalNo es un final feliz, tan solo es un finalPero parece ser que ya no hay vuelta atrás"



31/5/13

Las dos esperaban en la puerta de la terraza a que la foto se tomara. Imagino a mi abuelita insistindo en que la tarea se hiciera con prisa, porque seguramente la habìan tomado desprenida y habrìa dejado 'el fogòn prendido'. Lo intuyo de esa manera porque mi abuelita siempre me colgaba el telefòno antes de despedirme. Siempre me dijo en la cara que parecìa una loca. Y siempre me acomodò la ropa frente a parientes e invitados, sin considerar que podrìa avergonzarme de ello, porque quizas o subìa mucho mi blusa, o metìa sus manos mucho por mi calzones de niña, para acomodar todo eso bien en conjunto con mi falda. Pero asì era mi abue. Una mujer de abrazos calidos. Una de esas matronas que prometìa muchos sueños profundos en su pecho. Una de esas abuelitas que te peinan sin importar que. Que tienen cerca de ellas, de sus mecedoras, donde esperan pacientes a que la vida pase con calma, todos los elementos de abuela necesarios. Peinillas, hilos, y cosas asì que ahora no se me ocurren. De pronto porque lo que tenìa mi abuelita junto a ella, siempre era otra mecedora ocupada con algun visitante calido. Lo dificil que era poder conseguir ese privilegiado puesto.
En mi casa hoy es aun más dificil. Hay solo un sofa, y unas cinco sillas disponibles. Cuatro de ellas integran el comedor circular que tanto me gusta. Pero mi mamà, la que sostiene el cachorrito, ella le ha pedido a mi tìo, que aun vive en casa de abuelita Lilo, que nos permita quedarnos con la mecedora que siempre le correspondìa a Jime. Incluso con quince años, cuando ya se sentìa muy suficiente en el mundo, cuando ya creìa saberlo todo, y se sentìa un poco tonta (como es normal) porque ya no era una niña (supuestamente) y ya querìa una de las mecedoras grandes. Hoy corroboró que era tonta, porque ninguna de las personas que mami invita a pasar a la casa, se rehusan a mecerse en la mecedora. De hecho, la ven como una de las primeras alternativas para acomodarse.
Hoy no cumple mi mamá, ni tampoco es uno de los dìas en los que antes iba a la iglesia porque le celebramos una Eucaristìa a abuelita por su muerte. Pero estoy desde mi viejo computador. Mi primer gran aliado. El (aunque suene geek), primero con el que tuve la experiencia de compartir un amor mutuo, el que se dejo pegar, que fue motivo de tantas iras porque quiza le gustaba escucharme maldecir, el grandote que lleve a pasear, el que no me aburrìa, en fin, mi primer gran Kipy, hoy lo encendì asì porque sí. Y entre la búsqueda de archivos utiles, de historias y cosas así que deje en su corazón, y que aun podían aguardar para que las terminara, encontré esta fotito. Y aja querìa asegurarla en uno de mis tantos hogares.

23/5/13


El viernes viaja a Maryland. Ha venido preparando su equipaje toda la semana, y construyendo en mi interior una densa capa de nostalgia y celos, que me hacen querer tener muchos años y dinero, para poder consolidar ese termino anhelado de independencia.
Ella es ‘mona’. Quizá me entiendan si aclaro que aquí le decimos así a los rubios. Es coqueta desde siempre. Recuerdo en un viaje a Magangué que me confesó su delirio vanidoso. Lo hacía mientras se aplicaba algo de pintalabios. Yo en ese tiempo temía arreglarme a mi misma. Creía más en la belleza interior que en cualquier otra cosa. Mi error. No íbamos a Magangué sino a Barranquilla. Y siempre me sentía sucia al verme por los espejos retrovisores del carro de mi tia. En fin. Mañana te vas, abuelita. Y hoy de desayuno me dejaste a mi el delicioso pan y ahora me regalas dos paquetes de galletas Tosh, ¿acaso quieres ahogarme en ternura? Dices que me traerás además un par de sandalias… Como explicarte que mataría por unas dr martens, hasta para ir a dormir, pero aun así, me tomas con tanta consideración que además me preguntaste de que color las quería. Menudo lío decidir algo así! Con lo indecisa que puedo ser, y más ante una decisión de ese tipo. El color de unas sandalias que seguramente dudare en usar, porque mis pies se han vuelto un poco toscos desde que solo uso converse. 
Dale. Sigue diciendo  a las personas que no te demoraras donde el tío Sam. Seguramente mañana nos digas en el aeropuerto que será la ultima vez que tomes un avión, como vienes diciendo desde que tengo conciencia. Te quiero monita. Te quiero cuando te demoras cuarenta minutos en el baño y dejas todo el lavamanos lleno de piecesitas de polvo. En serio que te quiero mucho cuando haces eso. Te quiero cuando cantas tus boleros y bailas un poco. Cuando dejas la puerta abierta y dejas que escuche tus novelas...créeme que aliviaste mucho el peso de algunas trasnochadas. Te quiero hipocondriaca. Te quiero cuando gritas  hablas. Cuando sonríes. Cuando te acercas a mi cuarto porque tienes calor en el tuyo. Te quiero muchisimo porque tienes tu cuarto lleno de buena energía y siempre me siento bien ahí.   Y nada... que creo que siempre te merecías una reflexión. 

Jude.