-¿Tú eras el chico que llamó desde la residencia de los Gibson, no?- uno de los paramédicos quien desde hacía unos segundos nos inspeccionaba con la mirada (aunque admitiré que le vi poca importancia) se unió a la conversación.
-Si- Samuel asintió. Yo solo me limitaba a seguir mi mirada de mi valiente hermano al hombre que recién había llegado o a la enfermera.
-Perdón… ¿De quién estamos hablando? Escucha niño, debes llenar esto- tomó uno de los formularios que pendían de una gran pila de papeles y un bolígrafo color escarlata. Acto seguido dirigió su aniquiladora mirada al paramédico y espetó a la reacción de este-: nadie lo ha llenado por la señora…
-Gibson- dijo el hombre seriamente-. ¿Puedes venir aquí un momento eh, Maggie?
La chica asintió irritada y ambos caminaron hacia el pasillo.
-Ven, Sue- sugirió Samuel echándose sobre una de las sillas de la sala de espera y sin apartar su vista del papel.
Sus manos aún continuaban temblando y entonces fue uno de esos momentos en los que en las caricaturas un bombillo se enciende sobre tu cabeza.
-¿Quieres que llene la plantilla por ti?- al menos podría ayudar de alguna manera, pues no encontraba nada más en lo que pudiese ser de ayuda.
Samuel asintió y con mis delgados dedos tome el plumón escarlata y dorado.
-Tiene los colores de Gryffindor- susurre para mí misma al sentarme.
Samuel rió para sus adentros y comprendí que esta sería la única forma en que podría distraerle de las preocupaciones.
-Veamos…-leí la primera pregunta y supuse que para el momento aún no necesitaría de la ayuda de mi hermano- Anne Gibson… Mayo veintidós del cuarenta y nueve…Annapolis, Maryland…femenino… -y entonces me tope con la gran pregunta que nunca había sido víctima de mi curiosidad-: ¿Número de carnet?
-¿Del seguro?
-Supongo...
El hombre al que habíamos visto antes se acercaba hacia nuestros lugares junto a un médico de semblante repleto de sudor y arrugas maduras. Su cabello era tan blanco como la nieve en su esplendor y si sus gafas hubiesen tenido la montura más delgada lo habría confundido por un San Nicolás moderno.
-¿Estos son los chicos?-leí en sus labios preguntarle al hombre quien no dejaba de acariciar sus manos nerviosamente.
Este asintió y con una leve sonrisa sobre sus labios dio paso al médico quien agachándose hasta la estatura en que nos encontrábamos mencionó:
-Lo lamento mucho, niños.
Jime!!
ResponderEliminarOhhh ¿como asi que lo lamento niñoss?, no me digas que... bueno esta historia nueva tuya si que esta muy buena y por lo que veo muy interesante y misteriosa (bueno asi lo veo xD). No dejes la historia de Chuck, que es una historia muy bonita e intrigante tambien! Gracias por pasarte por mi blog bueno la verdad es que lo que Sidney cuenta ahi es mas o menos lo quie vive, el prox. capitulo te enteraras de algo y bueno, sabes que no puedo dejar de pasarme por aca, me encanta este blog, muy lindoo!!! :D. Felicidades!!
Kary xD