
Levanté el baúl del suelo y sonreí a nuestra despedida. En lo particular no entiendo porque las personas suelen llorar en estos últimos encuentros. Mi punto se dirige a que, en realidad alguien no ha muerto ni partirá del todo… ¿Cuál es el motivo del llanto?
-Adiós-leí sobre sus labios-. Suerte…-agito su cabeza en señal de remediar su error-: es decir, éxitos.
-Gracias, Chuck.
Retome mi camino y continúe en línea recta hasta el ascenso al tren.
-Su boleto, por favor.
Busque entre las cosas que había en la mochila y gracias a los cielos, encontré en medio de mi desorden personal, el boleto.
-Adelante.
Dentro del tren la luz era más tenue y dulce debido a las cortinas que suministraban protección completa a las ventanas.
Ingrese al primer vagón que encontré vacío y accedí a beneficiarme de la máxima comodidad posible.
•••
-He sentido una fuerte conexión hacia los humanos, Lorcan. Los encuentro altos en delicia pero irremediablemente adorables.
-Sus boletos, por favor.
Entregue el boleto seguidamente de mi hermana. Seguía preguntándome que conspiraba dentro de su cabeza, el espacio menos accesible para mí. Mis sospechas fueron garantizadas cuando Ginny le guiñó el ojo al joven de los boletos. Sentí extrema repulsión por haber sido testigo de cómo mi hermana atrapaba a sus víctimas y pena por el muchacho quien no tenía experiencia de la vida.
-¿Dónde apetece a sentarse, milord?
-Detente Ginnevra- susurre manifestando la molestia que me producía su actitud irritante-: Solo toma un vagón.
-Con permiso, disculpen- nuestro poca falta de decisión, incomodaba a las personas que llevaban paso apresurado en el angosto pasillo.
Abrí la puertecilla del vagón a mi derecha y la sorpresa fue dibujada sobre mi rostro: el vagón no se encontraba vacío del todo.
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