29/11/10

Continuación de Chuck's Journal


Amanecía con un aspecto triste en el llamativo punto histórico y arquitectónico de la villa de Costwolds. Los pastores trabajaban en sus extensiones de campo y dedicaban aproximadamente veinte horas diarias a tantas labores que veía innecesarias.

Mientras tanto sobre las mismas extensiones rurales en las que se imponía majestuosamente el castillo, se lograba determinar con claridad, los sonidos sordos productos de las cocineras y su poco cuidado para con los utensilios domésticos, y de los asimismo cocheros, de quienes derivaba más ruido que el popularmente reconocido por los caballos.

Había sido mi primera noche oficial bajo la penumbra de la terrorífica edificación y debía ameritar entonces, que resultaba un verdadero placer continuar con vida. No obstante la posibilidad de mi homicidio generaba escalofríos a mis redes nerviosas.

Accedí a tomar un baño en la nada privada sección correspondiente a dicha función. La desconfianza no permitía mi ignorancia ante el suceso que comprendí luego de varios análisis, tendría que enfrentar diariamente.

Incrustado sobre la columna tapizada con diseños ornamentados pero al mismo tiempo expositores de intensas capas de polvo, se erguía firmemente una repisa de madera, la cual a diferencia de su sostén, si ostentaba un aspecto delicado e incluso fino.

En esta repisa, se levantaba con aun más superioridad, un botiquín que gracias a la cruz roja ilustrada sobre la primera cara del objeto geométricamente elaborado, figuraba pertenecer a los primeros auxilios.

Finalizado el incomodo baño, agilicé mis pasos lo suficiente como para rozar libremente el contorno del susodicho con la yema de mis dedos, del que además, manaba un estremecedor aroma a oxido. La curiosidad succionaba mi aliento.

-¿Chuck?-los golpes en la puerta con acabados de ébano, estremecieron mi organismo en un grado de mayor intensidad al estremecimiento conseguido antes-, ¿has despertado?

Permití que un ligero lienzo abrazara mis hombros descubiertos y fue entonces cuando decidí articular las palabras “por favor, adelante”.

Se trataba de Emma Evans, el inocente y poco carismático tesoro de los Draculea. Su silueta era bastante agraciada en comparación a la falta de espíritu que suponían sus gestos. Los hoyuelos intensos y pronunciados que se formaban junto a su sonrisa, en cambio, le proporcionaban un aspecto jovial y simultáneamente enfermo.

-¿Has amanecido bien, Chuck?- inquirió exponiendo su amplia gama de correctos modales. Asentí concisamente-: Eh…-advirtió los escasos harapos que suministraban seguridad a mi figura y con una expresión de sorpresa añadió-: He acertado contigo en un momento de categoría íntima, supongo Tú…Tu comida espera abajo- Sonrió gentilmente y en un inesperado acto, el dormitorio se vio de la misma manera, acompañado por la presencia de uno de los suyos, su hermano Lorcan. Este último sostenía una charola de plata que escondía sobre si, bajo una cubierta del mismo material, lo que aseguraría como mi desayuno. Lorcan replicó ante el veredicto de su hermana menor, insistiendo con algo que se percibía como una idea lo suficientemente estudiada, a juzgar por su falta de argumentos y completa seguridad-: No. Entre menos contacto exista y se desarrolle entre Chuck y el resto de individuos que eternamente moran aquí, más indicado y considerado resultará todo esto.

Bien, lo admito. Esta no merece autodenominarse 'continuación' puesto que no sucede a nada en especial. Hace falta el fragmento de la persecución en el tren y la bienvenida de Charlotte organizada por un ser crucial en este relato, sin embargo, no he podido resistirme a subir esta manifestación de que sigo con existencia. ¿Y sobre la foto?Personifica muchísimo el concepto intangible que tengo sobre Emma.

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