31/5/13

Las dos esperaban en la puerta de la terraza a que la foto se tomara. Imagino a mi abuelita insistindo en que la tarea se hiciera con prisa, porque seguramente la habìan tomado desprenida y habrìa dejado 'el fogòn prendido'. Lo intuyo de esa manera porque mi abuelita siempre me colgaba el telefòno antes de despedirme. Siempre me dijo en la cara que parecìa una loca. Y siempre me acomodò la ropa frente a parientes e invitados, sin considerar que podrìa avergonzarme de ello, porque quizas o subìa mucho mi blusa, o metìa sus manos mucho por mi calzones de niña, para acomodar todo eso bien en conjunto con mi falda. Pero asì era mi abue. Una mujer de abrazos calidos. Una de esas matronas que prometìa muchos sueños profundos en su pecho. Una de esas abuelitas que te peinan sin importar que. Que tienen cerca de ellas, de sus mecedoras, donde esperan pacientes a que la vida pase con calma, todos los elementos de abuela necesarios. Peinillas, hilos, y cosas asì que ahora no se me ocurren. De pronto porque lo que tenìa mi abuelita junto a ella, siempre era otra mecedora ocupada con algun visitante calido. Lo dificil que era poder conseguir ese privilegiado puesto.
En mi casa hoy es aun más dificil. Hay solo un sofa, y unas cinco sillas disponibles. Cuatro de ellas integran el comedor circular que tanto me gusta. Pero mi mamà, la que sostiene el cachorrito, ella le ha pedido a mi tìo, que aun vive en casa de abuelita Lilo, que nos permita quedarnos con la mecedora que siempre le correspondìa a Jime. Incluso con quince años, cuando ya se sentìa muy suficiente en el mundo, cuando ya creìa saberlo todo, y se sentìa un poco tonta (como es normal) porque ya no era una niña (supuestamente) y ya querìa una de las mecedoras grandes. Hoy corroboró que era tonta, porque ninguna de las personas que mami invita a pasar a la casa, se rehusan a mecerse en la mecedora. De hecho, la ven como una de las primeras alternativas para acomodarse.
Hoy no cumple mi mamá, ni tampoco es uno de los dìas en los que antes iba a la iglesia porque le celebramos una Eucaristìa a abuelita por su muerte. Pero estoy desde mi viejo computador. Mi primer gran aliado. El (aunque suene geek), primero con el que tuve la experiencia de compartir un amor mutuo, el que se dejo pegar, que fue motivo de tantas iras porque quiza le gustaba escucharme maldecir, el grandote que lleve a pasear, el que no me aburrìa, en fin, mi primer gran Kipy, hoy lo encendì asì porque sí. Y entre la búsqueda de archivos utiles, de historias y cosas así que deje en su corazón, y que aun podían aguardar para que las terminara, encontré esta fotito. Y aja querìa asegurarla en uno de mis tantos hogares.

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