Moví la mesa que es de él. Siempre me ha gustado esta mesa blanca que combina con las paredes blancas. Adopté el marco donde se pueden guindar memos, como propio. Ahí, tengo colgada con ganchos de ropa, el dibujo de una casa que hice en la universidad. Recordatorios del trabajo, un dibujo y una frase que hice mientras leía el primer capítulo de 'Mujeres que corren con los lobos'. Tres imágenes que hacen alusión a zonas verdes.
Hay un dibujo que hice de una casa en un árbol. De la casa sale luz naranja. La frase dice: Un 2023 con luz.
A las 12 concluyó la consulta con la psicóloga. Le comenté de mis ganas de irme a Bogotá y de como quisiera retorcerme en una forma pequeña que ocupa poco espacio, o lo intenta, cuando no me siento cómoda habitando un espacio.
Puedo ver lo que escribo, en la pantalla que me prestó cedió, él. La silla en la que me siento, me la regaló él. La lámpara, fue un regalo de cumpleaños de él.
Le dije hace un momento que quiero dormir en este cuarto unos días. Paula dice que aislarse no es la solución. Pero en mi cabeza a veces visualizo un espacio propio. Lo he intentado dibujar.
No sé a donde mira la ventana, pero sé que es grande.
Una ventana grande. Y abajo un estante horizontal para libros. Y Alaska tiene su trono.
Una habitación propia, con ventanas grandes. Con Alaska. Con aire para respirar.
Le conté a Paula que un día dormí en el yoga mat. Ese día fue importante. Imaginé que la mesa debajo de la ventana, era mi pequeña cocina/comedor, porque ahí tengo las latas de pringles y ese día dejé los vasos ahí. El del agua y el del café. Luego extendí el yoga mat y coloqué una sabana para que mis pies no tuvieran contacto con la baldosa fría. Ya había cerrado la puerta. Y en el cuarto estábamos los libros, el computador, Alaska y yo. Y se volvió una habitación propia.
Hoy le dije que quería unos días para dormir acá.
Para encontrarme.
Pero lo que pienso que es mío, en realidad es de él.
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