
-Porque así se ha decidido. Punto- Lorcan finalizó el dramático monologo con una sencilla oración que había generado un colapso total sobre las bases que componían su estabilidad tranquila. No obstante, prefirió continuar con los hechos y dirigiéndose hacia el pasillo exclamó-: ¿Phil?
Las miradas hostiles viajaban a la velocidad de los rayos entre el simpático sujeto de personalidad ostentosa y Ginny, a quien decido referirme de tal manera quizá para resumir lo sucedido y proporcionarle menos carga a mi mano encargada de registrar todo lo sucedido sobre el papel.
-¿Algún problema?- Ginny opto por concluir el incomodo silencio y re-estableció una amena conversación en lo que a primera vista lucía como un buen grupo de amigos.
…Extraños amigos, realmente…
-¿Cómo marchan las cosas en Termonfeckin?-inquirió el tercer individuo al que he distinguido antes por poseer unos profundos e intimidantes ojos azules que suavizan en proporción sus facciones toscas-, ¿es cómodo?
-Es necesario, en realidad- esperaba continuar mimetizándome en los tapizados de los asientos como creo venía sucediendo, ya que a lo largo del momento ninguna de sus miradas estudiaba mi comportamiento irregular-. De cualquier manera alardeare las buenas impresiones del lugar.
-Aun no poseo respuestas, Ginnevra.
-¡Si, George! Es un espacio lo suficientemente cómodo y abandonado por cualquier señal de esperanza.
Tenía razón. Termonfeckin solo era una modesta villa con costumbres tradicionales, con una educación tradicional, con familias tradicionales… más sin embargo, con una forestación sensacional que nos esconde del bullicio de las sociedades actuales en gran medida.
-¿Y… cuál es el propósito con…?- entendí que se trato únicamente de un pequeño y minúsculo momento de paz que no merecía extenderse a lo largo del camino-. Tu nombre.
-Chuck…-limité en un susurro.
-De acuerdo entonces, ¿qué llevaremos acabo con Chuck?
-¿Ustedes? Absolutamente nada, por supuesto- sentenció en una oración imperativa, la pelirroja-: No corresponde a sus asuntos. Es entendido, ¿cierto?
Ambos asintieron y compartieron una mirada quisquillosa, dibujando sobre sus labios una sonrisa carente de alguna porción de inocencia.
-¿Podrían permitirnos un instante a solas?- no creí que estas palabras serían mencionadas en un tono triste por los personajes que yacían erguidos a nuestro frente. Reconocí inmediatamente la voz vacía de Lorcan. Agregó-: es menester.
Las intermitentes luces que atrevían a introducirse por el rabillo de ventana insuficiente de cortina, iluminaban nuestros rostros con colores vivaces y al ritmo en que en el interior de mi pecho se desenvolvía un nudo de nostalgia.
-¿Estas bien?- inició con lo que parecía una conversación psicológica.
-Aún no llego a la academia y ya siento que me privatizan de mi familia y de mi propia libertad. ¿Me estoy equivocando?
-En lo absoluto, y debo disculparme por ello. El destino es una red tramposa y prácticamente un juego de azar, a veces unos cuantos ganan u otros pierden.
-Me he acostumbrado a perder, así que el impacto no es de tanta magnitud. ¿Qué necesitan de mí? ¿Dinero? Provengo de una familia bastante humilde y preferiría que evitasen extorsionarlos…
-Es algo más complicado que eso.
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