
-¿Qué te hace llegar a esa conclusión?-opuse inmediatamente.
-La lógica… La experiencia…
-¿Haces esto a menudo?- definitivamente trataba con personas enfermas, por no calificar como locas maniáticas y las expresiones en mi rostro eran difíciles de camuflar: era demasiado tarde… Ya había compartido mi opinión.
-Ese no es el punto ahora mismo. Carecemos de tiempo, Charlotte- los centímetros que se imponían entre ambos desaparecieron en un parpadear, literalmente. Solo fue necesario de que mi mente divagara lejos en dirección a los colores del cielo para obtener a mi lado al ágil y sigiloso individuo.
-No acostumbro a hacer esto que observas con frecuencia. Reconozco, por experiencias ajenas escuchadas, que este es el espacio dirigido a matarte en silencio y ahogarte en un agudo dolor mientras en mi interior se sacia placenteramente una sed incontrolable. Sin embargo tengo una elección diferente que conviene a ambas partes involucradas en el asunto, tú y yo…
-¿Por qué tendría que actuar en tu conveniencia?-inquirí frenéticamente.
-¿Por qué una jovencita agraciada como tu corre en busca de su muerte y sentencia sus ultimas palabras groseramente?
Eleve mis ojos dejándolos en blanco e intente recobrar los residuos de paciencia que aguardaban dentro de mi sistema.
-La calma nos enriquece magnificamente, Charlotte. Puedo acompañarte con una acogedora taza de te que estoy seguro apaciguara tus nervios. ¿Estas dispuesta a una conversación adulta?
Negué con mi cabeza. Acto seguido, en un capricho abandoné el asiento con un impulso rápido sin esperar encontrarme a mi mala fortuna: el tren iniciaba su recorrido fuera de las vías y se instalaba bruscamente sobre la pradera, ocasionando cualquier perdida del equilibrio y como resultado a la primera ley de Newton, la que recuerdo corresponde a la de la Inercia, caería sobre Lorcan quien se limitó a reír.
-A toda acción se opone una reacción igual y contraria-murmuró cerca de mi oído-: Tercera ley de Newton.
Suspiré estableciéndome nuevamente a su lado.
-Bien…concluyendo, ¿cómo puedo ayudarte?
-Suministros- finalizada la observación a las pálidas palmas de sus manos, encontró en mis expresiones dudas que entendió debía resolver cuanto antes-: Sangre. Suministros. ¿Logras relacionarlo?
-¡Lorcan!- exclamaron al unísono melodiosas voces de las que lograba distinguir la de ambos sujetos y Ginny.
-¿Tu baúl?- respondiendo a dicha pregunta, señale con mi dedo índice en dirección bajo la ventana. Sosteniendo ilógicamente todo el peso del objeto con una mano, profirió-: corre hacia la cabina del maquinista. ¡Pronto!
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