17/1/10

-¡¿Cuál es su maldito problema?!-espetó alguien bastante enojado.

La puerta corrediza se abrió con suma y extrema fuerza y la gran silueta a contraluz se presentó a mi rostro acercándose cada vez más hasta lo que parecía su objetivo.

En este colapso de tiempo no me fue indiferente la línea de sangre que corría desde su boca rodeando su barbilla. El repugnante e incomodo liquido también se había hecho presente en sus manos y camisa.

-¿Cuál es el lío?- el muchacho de cabello rubio y misteriosa identidad, hizo usa de la manga de su camisa para remover la sangre de sus labios.

-¿Por qué demonios nunca me escuchas?- gruñó Ginny llevándose un pañuelo sobre los labios. Su mano notoriamente poseía un tono de vida más alto pero aún más bajo del normal, del que tenía antes.

Las palabras no eran capaces de extraerse de mi interior. Mi garganta se había cerrado tal y como la puerta lo hizo fuertemente al quinto integrante ingresar en el que ahora era un pequeño compartimento.

-Listo, Tim se encarga del maquinista y Phil del resto de pasajeros.

El tren salto nuevamente sobre la vía y olvidó por completo la delicada marcha con la que veníamos viajando.

Esta última… (Es detestable denominarle de la siguiente manera pues no merece el sustantivo) persona, se caracterizaba por unos ojos azules penetrantes y una figura muscular muy a su favor.

-¿Sucede algo?- preguntó.

Lorcan suplicaba con su mirada algo que Ginny podría corresponderle. Necesitaba entender que acababa de desarrollarse en el tren. Por Merlín, ¿Qué ha ocurrido? ¿Piensan matarnos a todos? Sé que se verá completamente estúpido sin mencionar ridículo, pero acerque mi mochila contra mi pecho. La varita que un día me había escogido en un otoño similar a este y había optado por asegurar en el bolsillo de este preciado regalo de navidad, estaría esperándome para ser usada por primera vez en lo que era mucho tiempo.

Mis dedos continuaban buscando el necesitado objetado protector pero aunque me reusaba a admitirlo reconocía que era en vano. La varita no estaba por ninguna parte. No en mi mochila.

-Lorcan prefirió- Ginny enviaba mensajes secretos por medio de su mirada a este cuyas palabras estaban dirigidas-, cometer su obligación en terreno inglés, ¿no es así, Lorcan?... Sabes… Sabes lo orgulloso patriota que es, por no asegurar ostentoso- rió.

-Así es, Robert-afirmó el muchacho. Sus inexpresivos ojos lucían bastantes seguros de sí mismos.

Definitivamente la varita no estaba junto al desorden que ahora se encontraba más revuelto.

Seguramente la habría lanzado sobre la pila de porquerías mal organizadas dentro del baúl. Excelente experiencia la que compartiré, si es que salgo de esta, con Sara.

-¿Por qué?- bramó el chico a quien tenía entendido era Robert.



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