
El sol irrumpió entre las cortinas de la habitación y finalmente logro iluminarlo todo; el despertador hizo de las suyas y consiguió molestar a todo ser o cuerpo presentes en esta; las manecillas del reloj se escuchaban tan alto como cualquier latido que palpitaba dentro de mi ser. Si no despertaba pronto, moriría de la desesperación.
El silencio me contraía contra la almohada en molestas posiciones. Nada se me hacía cómodo. Tire de la sabana contra el suelo y me erguí por completo exponiendo un espantoso rostro mañanero del cual me caracterizaba en ese estúpido día.
No estaría de buen humor a lo largo de este, aparentemente. ¡Demonios! Detestaba encontrarme de mal humor y maldecirlo todo.¿Es que acaso no me había alimentado bien la noche anterior?¿Por qué rayos tenía que encontrarme tan enojada precisamente el día en que visitaría a Sara en Londres? Sinceramente, no quiero ser mala compañía para nadie, ni mucho menos, sinónimo de quejas… Así que Chuck, ¡Será mejor que te laves el rostro o…Yo misma me encargare de gritarte tan fuerte que si tendrás motivos por los que estar furiosa! Está bien…Esta bien… Calma.
Ahora, toma lo primero que encuentres en el armario y dirígete a saludar a tus maravillosos padres quienes podrían llegar a confundirse entre el resto de muggles sin ningún problema: Tu padre se encarga de terminar un crucigrama, mojando sus labios con un poco de café que recién tu madre ha preparado. Y esta última, borda un hermoso suéter que te será regalado para navidad.
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