25/4/10

Ginnevra Evans2-





Cuando descubrí que mi padre me enviaría a un reformatorio para jovencitas, entendí que no sentía ningún afecto por mí. Creí que al menos sentiría una leve preocupación por su pequeña favorita dentro de su pecho; creí que su alma intentaría mantenerse pacifica y tranquila en su interior, pues llegaría a tal extremo de ira que las sienes de su cabeza explotarían en cualquier momento. Sin embargo, mi abuelo… mi imponente, fuerte y ejemplar abuelo sentenció la orden y mi padre afirmó con la misma expresión en su rostro, con la que acepta otra taza de te, durante la merienda, ofrecida por mi madre.

Corrí frenéticamente en dirección a la habitación de Phil y encontré entre sus organizadas y limpias posesiones, la daga dorada que se les entrega a los vampiros de nuestra familia. Partí escaleras abajo sosteniendo dentro de mi puño el delicado puñal preguntándome mentalmente si era lo suficientemente valiente como para cometer el siguiente acto.

Finalmente tropecé torpemente producto de una distracción y caí a los pies de mi abuelo. Su esencia y desagradable aroma penetraron dentro de mis fosas nasales, llene de aire mis pulmones y susurré:

-Estoy a su servicio por el resto de la eternidad- la dramática escénica inicio y su principal protagonista interpretó el papel ordenado.

La daga recorrió mi cuello suavemente como una pluma al tacto. La sangre brotó de mis venas y el calor humedeció mi piel.

Atrevidamente ejecuté un ritual del que necesitaba años de preparación.

Mi padre detuvo mi patético y ridículo acto justo antes de desfallecer en sus brazos.

Vlad aplaudió extasiado con el entretenido espectáculo y en el instante en que recordó cual era la forma adecuada para modular las palabras dijo:

-Eres una Draculea, mi preciosa y delicada Ginny. Bienvenida a la familia.

-Padre…- balbuceó mi padre. Sus manos temblaban y jamás le había visto antes tan nervioso como se exponía vergonzosamente-: Tan solo es una niña.

-Puedes llorar si te resulta cómodo, August- agregó con poca educación-… de cualquier manera, este es un largo proceso que debe iniciarse cuando antes. La niña es una importante pieza para…

-¡No!- profirió mi padre. Este era el momento que describí antes; el momento en que sus sienes explotarían alrededor de toda la pieza. Debía corregir los archivos en el interior de mi mente y señalar la siguiente frase con la tinta que produce mi sangre Le importo-: Ginnevra no formara parte de un plan que no tiene ni pies ni cabeza. Es mi última decisión.

-Siento una decepción abrazarme y una deshonra asfixiarme lentamente, hijo.

-Puedes decirle a ambas que ninguna es más importante que mi hija.

1 comentario:

  1. hola kerida compatriota th escribo desde la ciudad dh la eterna primavera la historia es muy kautivante y k bueno k somos del mismo pais arriba el talento colombiano sigue asi y visita mi novela pofavor gracias

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