
-¿Qué repercusiones me incumbirían irreversiblemente a mi?-inquirí cabizbaja.
-Suficiente-reitere con ironía dejando mis ojos en blanco.
-Ginnevra lo explico así. En la sangre existen cientos de elementos figurados o células responsables de defender los nutrientes principalmente, que responden a la actividad del sistema inmunológico. Básicamente, un ejercito brillante que destruye bacterias en presencia de infecciones y transporta oxigeno simultáneamente. Es en efecto extraordinario lo que ocurre en nuestro interior. La sangre-refería comunicando sus interpretaciones con las manos-, refugia fragmentos celulares pequeños, libres en la circulación sanguínea, denominados plaquetas.
-¿Cuál es su finalidad?-enarqué una ceja suscitando ironía adicional.
-¿Qué ocurriría si ahora mismo figurara cortarte bajo la disposición de una daga aguda? Las plaquetas compondrían suficientes obstrucciones que impedirán que la herida continúe despidiendo sangre, constituyendo una red que atraparía los necesarios glóbulos rojos que se coagularían entonces y formarían finalmente un recubrimiento útil para evitar una hemorragia progresiva.
Una bicicleta en veloz marcha ignoró nuestro rumbo. Los prudentes reflejos de Lorcan paralizaron mis pasos y obstaculizaron futuros impactos. Sonrió satisfecho con sus intenciones heroicas.
-La práctica de este mecanismo, deshace los modos operativos de las plaquetas y por ende, sucedes a disponer proporcionado control sobre tu circulación y yo, una descarada satisfacción del evento.
-Hablamos de posibles hemorragias-observe sobresaltada, disimulando las partículas de pánico efervescentes en mí sangre. Cuanta ironia.
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