18/12/11

Continuación: Relato Original.

-¿Sobrevivirás gracias a mi sangre?-cuestioné aterrorizada. En mi ser se componía una imperativa necesidad de gritar, refugiarme en el escondite más ingenioso del continente y encontrar auxilio inmediato. Mi piel exhibía estremecimiento como producto de las interpretaciones personales infundidas, desde las intenciones del individuo que se erguía ahora con firmeza frente a mí, sonriendo con modestia y encanto.

-Entre mis ambiciones no procuro herirte, Chuck-aseguró buscando ofrecer la calma que su sarcástica conducta había removido de mi organismo-. Necesito recuperar la confianza de mi padre, de mi abuelo y en especial de mis hermanos. Llevo una década sin disponer de fracciones de sangre en ninguna propiedad. Supondrán con anticipación que sobrevivo gracias a la sangre animal, una humillación considerando el discreto linaje-desvió su mirada del cristal de mis anteojos y proyecto un par de piedras a la densas profundidades del bosque.

-Y… ¿No es más cauteloso así?- intuí ingenuamente.

-No para los superiores del consejo dirigido bajo las instruidas fuerzas de Vlad. Ellos sentenciarán destruirme finalmente- Lorcan comenzaba a musitar los términos que componían su oración. La plaza de Cotswolds exponía una bienvenida apresurada dando justicia al ritmo laboral de sus pobladores. Saludaba algunos componiendo un educado ademán y pretendía no exceder su concentración en conversaciones inapetentes-… Aun cuando resulta una oferta tentativa, me gustaría culminar algo antes por la biblioteca pública. No presumo de un tiempo suficiente para ello.

-¡Elliot! Buen día-exclamó un joven encargado de la repartición de diarios. Se aproximó a Lorcan con una sonrisa entusiasta.

Identifiqué como Lorcan murmuraba maldiciones y fingía una sonrisa agradable. ¿Elliot?

-Llevo prisa, Pete. Te encuentro luego-me dirigió una sonrisa inocente característica de los chiquillos suplicantes de consideración al concluir una travesura-.Identidades falsas. Es allí donde participaras con tu brillante actuación. Hace unos años investigué que existen conjuros o encantamientos destinados a la retención o control sobre los nutrientes del organismo, en este caso la sangre. Te engañaría si te hiciera creer que probablemente no nos veamos en la hazaña de disponer de tu sangre para seducir mis labios y mi satisfacción absoluta, pues solo sería un proyecto de apariencias, en donde tú te reflejarías como mi fracción de sangre ante mi sociedad y yo como el amo de tus casualidades que por cierto no existen.

-Precisas que me engañarías… ¿por qué es así? ¿Cometerás lo contrario?

-Te necesito Chuck-insistía suplicante-, solo alguien como tú podría aplicar ese encantamiento.

-O esa maldición-critiqué el sentido de su propósito.

-No puedo continuar subsistiendo a base de un sustento insuficiente de vida mortal. Es paradójico, sin embargo, voluntariamente estaría dictaminando una sentencia de muerte lenta e irreversible a mi persona. Jamás había resultado tan delicado y comprometido, el hecho de mantenerme firme en mis convicciones.

-Pero hay un detalle que ignoras aun. ¡Yo no soy una bruja!-sostuve fingiendo veracidad en mi observación-, ¿por qué no prolongas tu existencia y reduces tu sed de necesidades consumiendo la esencia de otras jovencitas?

-No soy un asesino serial. Desde hace diez años resolví que no continuaría sobreviviendo a merced de esa clasificación. Me empeñé en encontrar una bruja.

-¿Y bien?

-Falleció. De ahí que determinara estabilizarme en Cotswolds.

-No es mi problema- manifesté con decisión y coraje-, figura como resolver tu crisis existencial bajo tus propios medios y suficiencias. Ocurre algo con tu cerebro o salud mental. Sugiero que asistas o consultes a un especialista. ¿Vampiro dices? Vaya pieza de teatro ambulante la que has organizado de camino aquí. Elogio la ambientación de tu residencia. Toque clave y apropiado para el convencimiento de los fieles del terror. Los vampiros son producto de la creación narrativa y las tradiciones orales.

Sus colmillos afinados acariciaron mi cuello ágilmente. En esta oportunidad (si podría designarse bajo algún término parecido este resultado de la eventualidad) su aliento y el residuo de su respiración se combinaban involuntariamente con los nervios que emanaban de mis propios procedimientos, impresionados y simultáneamente atemorizados por la calidad de sus excelentes y ágiles reflejos.

-¿Me crees ahora?-el desmesurado esfuerzo por hincar por completo su dentadura en mi cuello no sería necesario. Solo tendría que haber apartado su cabeza de esa incomoda ubicación de manera violenta para haber efectuado mi ligero homicidio-. Eres una bruja. Tu sangre fluye con el mismo vigor apresurado con el que corría el líquido, en el interior de las venas de los antiguos sabios. Lo pronostiqué en el tren. Además- con sutileza abandonó mi cuello para a continuación, sostener mi mirada con la calidez de la suya-, lo puedo estudiar ahora en tu mirada- mi nariz habría podido chocar sin intención alguna su mejilla si hubiese decidido continuar con la involuntaria operación de respirar-, solo tu puedes aplicar ese conjuro. Lo suplico. Si la ejecución no funciona, envío una autorización personal al consejo solicitando la práctica del mecanismo estipulado para el castigo de un agravio y serás libre de verme renunciar a la inmortalidad y de regresar a Termonfeckin o… Londres o…donde gustes ir.

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