

Mientras mis parpados descendían cansados, el dirigió su infinita mirada sobre mi por ultima vez. Sonrió de algún modo que ambos intentábamos descifrar o ajustar a nuestra conveniencia. Habíamos reconocido en esa mirada, un otoño singular y significativo que jamás habíamos imaginado. Se aproximaba el invierno y también una fría ráfaga de despedidas.
-Gracias-pronuncié con absoluta dificultad, despidiendo de mis labios gotas de sangre.
-Todo estará bien. Me gustaría confiar que es así.
-Lo es. Por ello…gracias.
Supuse que ese posterior, espontaneo y repentino sueño tranquilo era producto de la expiración.
No obstante, los conjuros y encantamientos practicados la noche anterior habían generado en mi sistema nervioso un colapso en el control de los referidos nervios. Últimamente venía configurando el orden de mi muerte y el sueño tranquilo, finalmente era solo un sueño.
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