
Con frecuencia te tengo a mi lado. Escucho tu respiración mientras duermes y desordeno tu cabello para distraer mis ridículos pensamientos… Hoy leí que Bob Dylan citó alguna vez que “no puedes ser sabio y estar enamorado al mismo tiempo”. Tiene sentido. Sonríes cuando notas que al caminar junto a una lámina de nítida reflexión tiendo a revisar mi apariencia. Rodeas mi repulsiva figura con tus brazos y expones tu lengua para inspirar una sonrisa que precede un “Nada… No siento nada.”
-¿Por qué?-sonrío con dulzura.
-Porqué no estoy enamorado-justificas organizando los mechones que caen libremente sobre mi frente.
-¿Y por qué?-compongo muecas terroríficas.
-Porque estoy enaranjado-ríes.
En el marco de la ventana sobresalía la irregularidad de una silueta a contraluz de imposible reconocimiento. Me aproximé para estudiar su rastro y en un fragmento de papel garabateaste un “Te amo, pequeña Dorothy. Calza las zapatillas cuando quieras seguir el camino de baldosas amarillas para llegar a Ciudad Esmeralda”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios